Las
soluciones a los problemas medioambientales pasan obligatoriamente por una toma
de conciencia tanto de la ciudadanía como, sobre todo, de las instituciones.
Sólo así, conociendo y valorando el deterioro del medio ambiente que se viene
produciendo con especial intensidad en los últimos cincuenta o sesenta años
podrán adoptarse políticas reparadoras que mitiguen en lo posible el fuerte
impacto generado en el ecosistema.
Pocas
personas en España presentan un conocimiento de la problemática ambiental como
Eladio M. Romero González, poseedor de un impresionante currículo profesional,
docente e investigador, que le convierte en un consumado especialista y le
otorga un alto rango de autoridad en el tema. Nuestro entrevistado es doctor en
Ingeniería Ambiental por la Universidad de Sevilla y licenciado en Geografía y
Antropología Social. Responsable de la implantación del proceso de la Agenda
21 Local de Sevilla, es actualmente Director de la Agencia Local de la Energía
del Ayuntamiento de Sevilla, labor que compatibiliza con la docencia como
profesor en la Hispalense.
Nadie
mejor, pues, para hablar sobre el grado de concienciación de la ciudadanía ante
la problemática ambiental, objetivo que sólo podrá alcanzarse con un firme
propósito institucional conducente a extender pautas de educación y
sensibilización medioambiental que estimulen una inclinación generalizada a
proteger los ecosistemas.
Pregunta:
En su dilatada carrera como docente, ¿ha
percibido entre sus alumnos un grado aceptable de educación ambiental?
Respuesta:
La concienciación por los asuntos relativos a la conservación del medio
ambiente es en general bastante escasa, y se refiere a menudo a aspectos
lejanos a la cotidianeidad de los jóvenes. Les llaman más la atención los
impactos sobre el medio en el desierto del Serengueti o en el Amazonas que los
que se producen en su entorno más inmediato (quizás se dejan llevar por lo
sensacionalista, o lo que más ocupa a los medios en estos asuntos).
Desde luego, no contemplo
educación ambiental tras una botellona o concentración de personas en el medio
urbano. Para atenuar el rastro de basura que queda tras una procesión de Semana
Santa o tras la Cabalgata de Reyes Magos se precisan numerosos medios y
recursos.
P.: ¿Propondría incluir en los programas
académicos asignaturas específicas de educación ambiental?
R.: Los
contenidos básicos sobre Educación Ambiental ya se incorporaron en 1994 en el currículo
de enseñanza primaria y de secundaria en Andalucía. No creo que se trate de una
cuestión de aptitudes, sino más bien de actitudes.
La sensibilización por el medio
ambiente se trata en muchas de las asignaturas de los actuales programas
universitarios. No obstante, no sería mala idea el diseño de alguna asignatura
en el marco de la libre configuración sobre cambio de actitudes frente a la
conservación del medio ambiente en nuestra vida cotidiana.
P.: Desde que el Club de Roma encargase el
informe The Limits of Growth, o
“Informe Meadows, se han desarrollado movimientos como la ecología política y
corrientes socio-filosóficas como el ambientalismo. ¿Considera suficientes las
respuestas institucionales a las demandas de protección ambiental?
R.: La institucionalización
del medio ambiente en general creo que ha sobrepasado las demandas iniciales.
Tenemos una Dirección General en la Unión Europea, un Ministerio casi
específico en el Estado, una Consejería en el Gobierno autónomo, una Concejalía
en el Ayuntamiento… Se ha legislado tanto sobre la materia que no existe otro
ámbito en la Unión Europea con tal repertorio normativo.
Sin embargo, creo que la
respuesta ha sido hasta ahora meramente represiva e instrumental, por lo que
considero necesaria una auténtica imbricación de estas materias en las
diferentes políticas sectoriales, más que una respuesta acotada a un
departamento institucional. Piense que quienes atentan contra el medio ambiente
temen más a la respuesta de los mercados que a las represalias administrativas,
civiles o incluso penales.
P.: Al hilo de la pregunta anterior, ¿cree que
las advertencias sobre el deterioro ambiental y los requerimientos realizados
desde diversos sectores comprometidos con la problemática ambiental han calado
en la sociedad general propiciando un grado relevante de sensibilización en la
opinión pública internacional?
R.: No.
Los mensajes no son claros, y frente a la posición de unos surge inmediatamente
la matización de otros. El deterioro ambiental está íntimamente relacionado con
algunos modelos de desarrollo económico, que lamentablemente siguen primando en
muchas sociedades.
Estas continuas controversias
hacen que la sociedad en general desconfíe de mensajes catastrofistas y también
de los conformistas. Hace falta que se busque el justo equilibrio, la armonía
entre los tres pilares del desarrollo sostenible: el ambiental, el social y el
económico. Pero esto es bastante difícil, y no siempre se encuentran escenarios
en los que estas ideas se puedan expresar de esta manera.
P.: Como Coordinador General que fue usted en
2007 de la 5ª Conferencia Europea de Ciudades y Pueblos Sostenibles celebrada
en Sevilla, ¿pudo percibir entonces un compromiso institucional para el fomento
de la educación y la sensibilización ambiental entre la ciudadanía?
R.: La
educación ambiental está presente en los Compromisos de Aalborg, y por tanto
son objeto permanente de la Campaña de Ciudades y Pueblos Sostenibles de
Europa. La adhesión a esta Campaña, de la que forman parte más de 1.000 ciudades
y pueblos, obliga a poner en marcha numerosos planes y programas que aumenten
la sensibilización de la sociedad en los asuntos de la gobernanza, la gestión y
ahorro de energía, la gestión de los residuos, el ahorro de agua, el apoyo a
mecanismos para el desarrollo económico, la lucha contra el cambio climático,
etc.
P.: Usted siguió muy de cerca el desastre
ecológico causado por los vertidos accidentales de las minas de Aznalcóllar en
1998. ¿Considera que el suceso pudo propiciar una mayor atención por parte de
la opinión pública, española en este caso, sobre las consecuencias de los
impactos ambientales negativos?
R.: En
escasa medida. Como hemos comentado antes, la sociedad pierde el interés cuando
los asuntos se hacen complejos, y no se transmite de manera clara y contundente
la cuestión. En el caso de la rotura de la balsa de la Mina de Aznalcóllar no
se han definido responsabilidades, se ha generado una tremenda controversia
respecto a los beneficiados por el desastre, aquellas partículas que activaron
un plan de emergencia siguen en el aire, pero ahora no pasa nada…
No fue un buen ejemplo para
crear conciencia social hacia la protección del medio, sobre todo al
comprobarse que los garantes de esa protección (las instituciones públicas
ambientales) conocían los riesgos y nunca hicieron nada para tenerlos
controlados.
P.: En los datos biográficos de su libro
“Aznalcóllar: Diario de curiosidades y argumentos para un desastre ecológico”
se señala su compromiso técnico y científico con el principio conocido como
“desarrollo sostenible”. ¿Cree que el conjunto de la ciudadanía asume y valora
este principio?
R.: En
general, creo que sí. Pero aquí sí que es necesaria información y formación
específica. La armonía que procura el desarrollo sostenible debe partir del
conocimiento de la realidad, a través de los diagnósticos de sostenibilidad.
Pero antes de hablar de
sostenibilidad es imprescindible que la sociedad tenga asumido un principio
previo: la solidaridad.
P.: Hábleme sobre el grado de implicación que
atribuye a los medios de comunicación en el fomento de una cultura ambiental.
R.: Creo
que es mínimo. La mayor parte de los medios de gran difusión se mueven
exclusivamente por intereses económicos, y que yo sepa no existen inversores
para el fomento de la protección del medio a no ser que a través de esa
iniciativa sea posible el logro de un objetivo económico.
P.: Por último, ¿qué hace y qué debería hacer
nuestro actual gobierno en la defensa del medio ambiente y para inculcar a la
ciudadanía la concienciación ambiental?
R.: Creo
que hace falta una adecuada combinación de formación y de educación para la
sostenibilidad social, económica y ambiental. Pero también es necesaria una
adecuada represión, principalmente, ante las propias actuaciones de las instituciones.
No siempre los procedimientos administrativos que legitiman el desarrollo y la
ejecución de planes, programas o proyectos son todo lo respetuosos con el medio
como deberían ser.
El logro de una mayor
concienciación requiere una correspondencia con las acciones, y para éstas
suelen ser muy buenos ejemplos las medidas compensatorias por los impactos
ambientales, que actualmente se limitan a las medidas correctoras para la
minimización de los impactos ambientales.
Jesús Ángel González de la Osa
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