lunes, 2 de diciembre de 2013

El desarrollo sostenible en los medios de comunicación

  De entrada, el grado de implicación que puede atribuirse a los medios de comunicación en el fomento de una cultura ambiental y en el objetivo de un desarrollo sostenible es mínimo. La mayor parte de los medios de gran difusión se mueven exclusivamente por intereses económicos, y no existen inversores para el fomento de la protección del medio a no ser que a través de esa iniciativa sea posible el logro de un objetivo económico. Sin embargo, en el marco de la orientación al servicio público que debe acompañar al proceso comunicativo, y, por tanto, dentro de las funciones de toda empresa informativa, una de las labores de los medios debería ser conocer y transmitir la problemática medioambiental, e incluso investigar qué se hace en beneficio o en perjuicio del medio ambiente y del desarrollo sostenible, denunciando los casos de corrupción ambiental, de mal uso de los recursos y de actividades peligrosas para la salud de las personas. 
  La responsabilidad de edificar un mundo mejor es de todos. Mientras no se atiendan las más elementales necesidades de la humanidad, ni sea saldada la deuda milenaria con un planeta sobreexplotado, mientras no se respete el derecho a la vida como el derecho a la paz, y a protagonizar un proyecto de desarrollo humano en el presente, como garantía de un futuro más justo y posible; el desarrollo social será eternamente un asunto pendiente, sin espacio entre los que más necesitan encontrar una vía real de desarrollo. 
  En este sentido, la función de los medios de comunicación es fundamental, pues, como explicaba Gro Brundtland, ex-presidenta de la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, "sólo a través de la comunicación podremos trabajar realmente en favor de una causa común, de un interés común, para mejorar nuestra situación”. Así, la comunicación puede ser un camino hacia la verdadera participación de todos los sectores en el objetivo de un desarrollo de los pueblos compatible con la preservación de los ecosistemas, de forma que no se agoten las posibilidades de las generaciones futuras de alcanzar su propio desarrollo. 
  Sin embargo, no parece que las empresas informativas, como todas, estén orientadas a otra cosa distinta de la obtención de beneficios. Incluso su posición ideológica obedece en todo momento a satisfacer la información sesgada que requieren sus respectivas audiencias, constituidas en una de sus dos principales fuentes de ingresos. La otra, por supuesto, es la publicidad, y en este aspecto hay que recordar que esta importantísima fuente de financiación está integrada, sobre todo, por grandes empresas, generalmente multinacionales, que tienen su “enemigo en el espejo” en los movimientos (ciudadanos o institucionales) que proclaman la necesidad de alcanzar una forma de desarrollo sostenible en la sociedad internacional. Por ello, poco o nada van a implicarse los medios en demandas proteccionistas que vendrían a contravenir los intereses de las grandes corporaciones, empeñadas en un negacionismo de los problemas ambientales y en una pertinaz oposición a cuantas proclamas se lanzan desde distintos foros para poner límites al crecimiento y encarrilar éste sin que exceda de los márgenes marcados por un desarrollo sustentable. 

Jesús Ángel González de la Osa

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